miércoles, 20 de noviembre de 2019

Celia Bautista, socia de Verbo Azul


Siguiendo con la labor de ir presentado a los escritores y escritoras de Verbo Azul en este medio para dar constancia de su labor literaria y de su pertenencia a esta Asociación, hoy vamos a dar a la luz un poema de Celia Bautista, con la que tanto queremos desde aquí y desde otros diversos foros.

Intentaremos dar unas pinceladas de su persona y labor desde su propia confesión:

“Nací en Riotinto en 1953. Mis primeros años están marcados por sensaciones de olores, colores y ruidos de la mina, ese ruido ensordecedor de los barrenos. Por entonces se pasaban las tardes de invierno en torno a la mesa camilla al calorcito del brasero al que se le echaba alhucema para dar aroma al ambiente. Y al calor de los relatos con los que los abuelos amenizaban aquellas tardes.

Estudié en Sevilla y me licencié en Filosofía y Letras. Y al terminar pasé un año en Francia en Dijon, como lectora de Español.

Por mi profesión, he tenido la oportunidad de conocer la obra de los autores clásicos que la Historia de la Literatura ha consagrado. Lo que escribo es un reciclaje de lo aprendido en ellos y de todo lo que la vida ha tenido a bien regalarme.

Me mueve escribir sobre el paso del tiempo, no sólo de un modo conceptual, sino también desde el punto de vista de una mujer de mi edad que ve lo que el tiempo ha hecho de ella y lo que ella ha hecho en el tiempo. Asimismo me provoca la desigualdad social. La situación de la infancia en el tercer mundo. Y el silencio. Un silencio, que tiene las claves de lo que vale la pena.

De momento sólo escribo poesía. Casi siempre en verso blanco, aunque tengo también poemas en romances, coplas, soleares y algún que otro haikú”.

Tiene varios poemarios publicados y colaboraciones en diferentes medios.


Lejos de mí,
quedaron las palabras
que un día perfilaran
paisajes interiores.

Lejos de mí.
Tan lejos,
que no encuentro emoción
que llevarme a los labios
ni un pensamiento propio
para lanzar al viento con la onda
de algún nuevo poema.

Las diviso,
algo inanes,
allá en el horizonte que la bruma
se encarga de ocultar.

Solo extiendo la mano.

Por si alguna
quisiera acariciarme con su aliento.

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