martes, 29 de octubre de 2019

José Tomás Romero, "Joseto", socio de Verbo Azul

Nos toca en esta nueva entrega de los escritores de Verbo Azul, hacerles hueco a los narradores, a veces tan poco proclives a mostrarse a la elaboración grupal y a la crítica de su obra. No es el caso, José Tomás Romero Calle, uno de los más jóvenes escritores que casi desde su inicio forma parte de Verbo Azul, está, siempre que su familia y trabajo lo permiten, entregado a la labor compositiva y a la labor grupal de la asociación.

Narrador tan original como atrevido, es una realidad ya como escritor editado y vendido. Valga esta pequeña perla como ejemplo de su tesoro.

LA VIDA

Aliaph se acurrucaba en el suelo, encorvada. Aferraba sus rodillas con los brazos y escondía el rostro entre ellas. Se balanceaba y musitaba palabras incomprensibles. Tardaría meses en recuperarse, quizá años, hasta que olvidara.

Al otro lado piensan que el sufrimiento tiene fin, pero ellas saben que no es así. En la cabeza de Aliaph aún resonaban el hambre, el miedo, la enfermedad y el abandono, un sufrimiento infantil, más profundo que ningún otro. ¡Si por lo menos hubiera llegado a adulta!

El grupo se había detenido, esperarían a que Aliaph se recompusiera antes de continuar. Intuían la actividad en la otra cara de la realidad, tan cercana y a la vez tan diferente.

Entonces lo notaron.

Una pareja copulaba. Sí, en aquél mismo lugar. Y tan solo el Velo las separaba de ellos. Se miraron unas a otras, preocupadas, tensas, en absoluto contraste con el placer que se desataba al otro lado. Si aquella acción prosperaba, una de ellas sería reclamada para cumplir con su tarea. Una de ellas sería la elegida para alimentar la nueva vida que comenzaba a gestarse, como había hecho Aliaph hasta que la muerte la devolvió a su mundo. Ellas, las almas, tenían un miedo atroz a la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario