miércoles, 20 de noviembre de 2019

En la Biblioteca Municipal Eugenio Trías, presentación del libro Mecánica de los Fluidos

El pasado 14 de noviembre, para abrigarnos de un viento que rugía cual las fieras que antaño ocupaban el lugar, nos refugiamos en la Biblioteca Municipal Madrileña Eugenio Trías, en el campo abierto del Retiro. Allí, en su Sala Polivalente, se celebraba el nacimiento de un libro con toda la liturgia que tan sagrado acto lleva consigo. Oficiaban en el natalicio, Pablo Méndez, como editor, Santiago Redondo Vega como padre de la criatura y Cristina Migallón como sacerdotisa y comadrona. Allí, a pesar de la endemoniada tarde, Verbo Azul, junto con familiares y amigos de los componentes de la mesa, ayudaron con su escucha atenta y comprometida a sacar a la luz “Mecánica de Fluidos”. Un libro que merece la pena de tener en cuenta, y que nada tiene que ver con las irrevocables leyes de la física, sino que es una ventana abierta a la libertad de la palabra, del verso y del poema. 

Tras unas breves palabras del editor, Cristina, muy en su papel profesoral, nos hizo un detallado y hermoso acercamiento al poemario y a su autor, y que demostró, sin lugar a dudas, que había buceado muy profundamente en el proceloso mar del libro que presentaba. Después, tomó la palabra el poeta, que, tras los agradecimientos pertinentes, nos deleitó con una pausada y vívida lectura de parte de su obra. Pocas veces se conjuga la hechura del poema con el buen decir del poeta. Ésta fue una de ellas. Y el viento se quedó en suspenso y la palabra nos fue sucediendo-seduciendo y Poesía mostró su radiante rostro. 

Más tarde, se celebró la comunión del vino, como suele gozosamente ocurrir en tan señalados actos, y la noche se hizo pequeña, y Saiz de Baranda, chunda, chunda, vivió la alegría y la risa de los letraheridos y la compaña. Y fue costoso despedirse, y en el viento quedaron fechas para algún nuevo encuentro.

Ana Bella López Biedma, socia de Verbo Azul

Esta semana la voz se hace palabra, después música, siempre poema. Verbo Azul tiene la gran suerte de contar con ella para lo divino y lo humano. Desde cuando la Poesía nos dio la oportunidad de conocerla, ha sido parte importante de nuestro caminar y hacer y su voz es y ha sido reclamo y alabanza en casi todos los eventos literarios de esta asociación. Ella es Ana Bella López Biedma y, siguiendo con la presentación que se hace en el Blog de Verbo Azul, os dejamos que la disfrutéis en un hermoso soneto.

“Soy de Madrid, ingeniera técnica industrial, aunque nunca he ejercido como tal. Empecé a escribir hace unos ocho años por pura necesidad. He colaborado en la revista Alaire, en el Sexto Continente, colaboro habitualmente en la revista La Hoja Azul en Blanco de la Asociación Literaria Verbo Azul y en las publicaciones de La Espiral Literaria, asociaciones a las que pertenezco.

Comencé a escribir a través de una página llamada grupobuho, más tarde de la mano de los poetas de Verbo Azul, y sobre todo la mayoría de lo poco que sé de los poetas de Ultraversal. Canto desde que tengo uso de razón, aprendí lo mínimo de guitarra a los catorce y desde entonces he seguido haciéndolo aunque a nivel público lo dejé durante mucho tiempo. Lo he vuelto a retomar las actuaciones musicales hace unos años.

Compagino la faceta de poeta con la de cantautora y cantante de versiones en acústico. Hace algunos años publiqué el libro de poemas "En clave de mí" acompañado por el CD de poemas musicados "En clave de Do-s", grabado junto con otro socio de Verbo Azul, José Luis Hinojosa, que además de componer la música grabó quitarra y coros y realizó la producción musical."


FOGUEO

En mi mesa cien lágrimas en blanco
se amontonan, pequeñas margaritas
de nieve, que esperaban ser escritas
y mueren solas. Sin un cielo franco

no aguarda una canción sobre ese banco
que miro en mi ventana. Estalagmitas
de sombra van, grotescas figuritas,
brotando por el suelo, y en mi flanco

hiedras de sol oscuro han hecho nido.
Pero me he puesto el último vestido
que luce una esperanza de fogueo

y he prendido dos versos de mi trenza
por ver si en esta luna que comienza
arde otra vez la chispa del deseo.

Philip Brubeck, socio de Verbo Azul

Esta semana, Verbo Azul va a ubicar su recorrido a muchos mares de distancia, esta semana, Verbo Azul va a viajar a los profundos e inagotables paisajes de México, allí donde el misterio del pasado y del presente, donde el mundo total y el inframundo se cruzan en una fusión terriblemente bella y terriblemente descriptiva.

Y vamos de la mano y el texto de Phillip E. Brubek G., el hombre que nos ha abierto su casa y su Editorial en Durango y que forma abrazada parte de Verbo Azul. Sigo parcialmente su biografía a través de sus propias palabras de presentación en la entradilla que sobre sí mismo expone al presentar la Editorial Bellas Letras, donde tanta acogida tenemos muchos de nosotros.

“Nací en la ciudad de México en 1958, pero viví la plenitud de mi infancia en Monclova, ciudad del norteño estado de Coahuila, en México, donde los rayos solares del semidesierto fijaron en mi ser el amor por la lectura, con un apasionamiento especial en el Poema del Mío Cid, convirtiéndome en un devorador de libros. Los resultados no se hicieron esperar mucho, alejado del terruño querido, por razones de estudios, en medio del valle de asfalto, vidrio y concreto del Anáhuac, cuando tenía dieciséis años de edad brotó el impulso creador de las letras a través de poemas y narraciones. Mientras estudiaba Derecho, el amor o la soledad, el espíritu de consejo o consuelo a los amigos, impulsaron la pluma para plasmar en el papel cuentos y reflexiones, muchos de ellos siguiendo las enseñanzas de Hermann Hesse, Vargas Llosa, Azorín y otros grandes maestros; algunos de estos escritos se publicaron al inicio de la década de los ochenta en la revista La Familia Cristiana de la ciudad de México. En 1981 vio la luz la primera edición del “Código del Amor para el Noviazgo”.

Concluidos los estudios de licenciatura en Derecho y la especialidad en Filosofía Política y Social, el trabajo me llevó a la ciudad de Durango que me acogió en su hospitalario valle del Guadiana, donde empecé como articulista en el periódico La Voz de Durango, un par de años después estuve como reportero en ese medio y en el periódico El Siglo de Torreón.

Escribir de manera constante es el impulso vital, la razón de ser. En esta nueva época me afilié a la Red de Escritores de Durango, a la Sociedad de Escritores de Durango y fui aceptado en la Asociación Literaria Verbo Azul de España.

En diciembre de 2008 fundé Ediciones Bellas Letras y desde abril de 2016 dirijo la operación de la página web de Ediciones Bellas Letras, donde promuevo las obras de autores de diversos países y también publico mis escritos.

Hacemos un breve resumen de su obra como articulista y como narrador a continuación:

Código del Amor para el Noviazgo en materia del fuero común. Ediciones Paulinas, S.A., México, 1981. Ediciones Bellas Letras, Durango, 2ª edición 2008, 3ª edición 2010. 1ª edición electrónica 2016.

ARTÍCULOS:

– “La niña del sombrero”. Cuento publicado como “Una gran amistad” en Antología Red de Escritores Independientes de Durango, A.C., Instituto Municipal de Arte y Cultura, Durango, 2007.
– “Ausencia” y “Por un pelito”. Cuentos publicados en Antología Red de Escritores Independientes de Durango, A.C., Instituto Municipal de Arte y Cultura, Durango, 2008.
– Encuentro de Mentes: el éxito en los negocios. Ediciones Bellas Letras, Durango, 2008.
– Rumbo a la civilización del Amor. Ediciones Bellas Letras, Durango, 2009.
– Libre. Instituto de Cultura del Estado de Durango, Durango, 2013.
– “Concierto renaciente”. Cuento publicado en La hoja azul en blanco N° 20, Asociación Literaria Verbo Azul, Alcorcón, España, otoño-invierno 15/16.
– “Alma de cantera.” Cuento publicado en la revista La hoja azul en blanco, N° 21, Asociación Literaria Verbo Azul, Otoño-Invierno 16/17, Alcorcón, España.
– La polémica del matrimonio. Ediciones Bellas Letras, Durango, 1ª edición electrónica, 2017.
– Con odio en la sangre. Instituto Municipal de Arte y Cultura, Durango, 1ª edición, 2017.

Libros publicados:

– Código del Amor para el Noviazgo en materia del fuero común. Ediciones Paulinas, S.A., México, 1981. Ediciones Bellas Letras, Durango, 2ª edición 2008, 3ª edición 2010. 1ª edición electrónica 2016.

– “La niña del sombrero”. Cuento publicado como “Una gran amistad” en Antología Red de Escritores Independientes de Durango, A.C., Instituto Municipal de Arte y Cultura, Durango, 2007.

– “Ausencia” y “Por un pelito”. Cuentos publicados en Antología Red de Escritores Independientes de Durango, A.C., Instituto Municipal de Arte y Cultura, Durango, 2008.

– Encuentro de Mentes: el éxito en los negocios. Ediciones Bellas Letras, Durango, 2008.

– Rumbo a la civilización del Amor. Ediciones Bellas Letras, Durango, 2009.

– Libre. Instituto de Cultura del Estado de Durango, Durango, 2013.

– “Concierto renaciente”. Cuento publicado en La hoja azul en blanco N° 20, Asociación Literaria Verbo Azul, Alcorcón, España, otoño-invierno 15/16.
– Cuentos Europeos y de otras latitudes. Ediciones Bellas Letras, Durango, 1ª edición electrónica, 2016.
– “Alma de cantera.” Cuento publicado en la revista La hoja azul en blanco, N° 21, Asociación Literaria Verbo Azul, Otoño-Invierno 16/17, Alcorcón, España.
– Con odio en la sangre. Instituto Municipal de Arte y Cultura, Durango, 1ª edición, 2017.


Vamos pues con la narración que nos ha enviado para esta ocasión:


NO TE CANSES.

El polvo calcáreo flotaba moroso en el ambiente, se adhería a su piel con el sudor formando una ligera costra blanquecina, como queriendo encubrir esa tristeza profunda que desde hacía días lo atosigaba.

Ese entorno desértico lo estaba dejando seco. Durante un tiempo el ideal de mejorar su realidad social le había impulsado en el desempeño de su profesión, la imaginación le acompañaba, veía cuanto sucedía a su alrededor, escuchaba atento el decir y sentir de sus coterráneos, sus sufrimientos, sus frustraciones, por lo que con su espíritu crítico discernía entre lo bueno y lo malo de cada situación, pero un impulso vital le impelía a proponer cosas que pudieran ayudar a mejorar, junto con sus críticas.

Aquellas personas que estaban en la posición de hacer algo en bien de la sociedad, lo veían a él como un mal necesario. Sí, reconocían su experiencia, cuarenta años laborando, en la aplicación práctica de las ciencias sociales, con acendrado humanismo, pues para él la persona era el centro de su actuar, de ahí la rectitud de sus valores morales. Pero precisamente eran sus principios los que afectaban directamente a la conciencia de los funcionarios públicos, pues estos preferían satisfacer primordialmente sus ambiciones personales de dinero y poder, relegándolo, ignorándolo, aunque lo mantenían a su lado como un mal necesario, para utilizar sus conocimientos y habilidades cuando fuera necesario.

Por regla general Andrés buscaba siempre el lado positivo de su controvertida situación, con optimismo permanecía erguido, estudiando, proponiendo nuevas cosas, avanzando.

Confiaba de más en la bondad de las personas, a pesar de sus años, ya cerca de la sexta década; varias veces le habían envuelto con mentiras para expoliarle dinero de su escaso sueldo, con lo que solamente incrementaba sus deudas por los fraudes de que fue objeto por parte de quienes una vez se dijeron sus amigos, que no le fallarían, y luego, cuando le hubieron estafado se burlaron de él.

Muchas cosas las fue acumulando en el silencio, de vez en cuando la frustración le hacía buscar un confidente para desahogarse, pero pocos realmente lo escuchaban, más bien era Andrés quien terminaba escuchándolos a ellos, sobre sus problemas económicos, laborales o conyugales; bondadoso se olvidaba de sí mismo para consolar o ayudar, por lo menos con una palabra de aliento a sus amigos.

El sol caía a plomo ese viernes siguiente a la primera luna llena de primavera, la gente se empezaba a dispersar al terminar el viacrucis viviente en el atrio de la catedral. Las cruces de las dos torres apuntaban hacia el cielo azul totalmente despejado. Resguardados en sus nichos empotrados en los espacios dejados por las seis columnas de la fachada de cantera ocre, los apóstoles le miraron por entre la multitud, instándolo a ingresar en el recinto sagrado.

No sabía con precisión qué le hacía sentirse peor, si el sol del desierto chihuahuense o la soledad.

Entró en el recinto sagrado, la luz que entraba por los ventanales formaba haces y proyectaba las sombras donde no podía penetrar. Las imágenes de los santos se encontraban cubiertas con paños morados, solamente estaba visible el Crucificado, en el altar mayor con sus pilares de mármol de Carrara.

A mitad de la nave, protegido por la sombra de una columna, se sentó Andrés; el fresco lo fue envolviendo.

Mirando a ese Cristo, con tristeza fue recorriendo la forma como se había ido aislando, pues a veces porque no entendía ni soportaba la estulticia de las personas ofuscadas en su egoísmo idólatra del poder y el dinero, aunque sus discursos siempre estaban impregnados de palabras ensalzadoras de la justicia social para esconder su rapacidad.

- ¿Por qué Señor?, ¿por qué ha tenido que ser así? Sabes, ya no aguanto más, no tengo con quien hablar, cada vez que lo intento con mi esposa, ella se indigna y en su afán por apoyarme despotrica en contra de todos los políticos y funcionarios corruptos, la impunidad de que gozan protegiéndose unos a otros para esconder sus rapiñas. Termina callándome pues ella es la que habla y habla sin parar, sin dejarme decir cuanto quisiera.

“Sí, tengo muchos amigos, pero no sé, como que nadie me escucha por completo, por eso me he ido metiendo en una soledad íntima en la que no he podido encontrar quien me escuche, pues aunque no lo creas, el consejero requiere de un consejo.”

“Soy humano mi Señor, a pesar de estar rodeado de mucha gente, me pesa mi soledad, por eso evito algunas reuniones y eventos.”

“Con mis hijos no me puedo desahogar, no sé, no me atrevo a externar mi tristeza, mis frustraciones frente a ellos, ¿para qué preocuparlos y hacerles cargar pesos que no les corresponden?, mejor en silencio dejo que me den un beso en la mejilla, una caricia, sus risas juveniles.”

“Discúlpame Señor que haya venido a importunarte con mi llanto, con mis sufrimientos que en nada se comparan con tu dolor por los pecados de la humanidad y la soledad que te impusieron en la cruz.”

Con los codos sobre sus piernas, descansó en las palmas de sus manos sus ojos. Andrés guardó silencio, sus pensamientos se aquietaron a pesar de que había muchas más cosas por echar afuera, estaban atoradas en un dique mudo haciendo presión para derribar el muro. Silencio, tanto en el templo como en su cerebro.

A pesar de tener los ojos cubiertos por sus manos, cual si fuera un fosfeno sus nervios ópticos captaron el resplandor del crucificado.

- Aquí estoy hijo mío -escuchó una voz en su interior-, tienes razón, a mí también me abandonaron en la soledad de la cruz. El dolor interno de la maldad humana me hizo llorar en el Getsemaní cuando hablaba con mi Padre, así como lo haces ahora tú conmigo.

“Puedes seguir hablando hasta que termines de desahogar cuanto te acongoja. Aunque a veces no lo parezca, siempre he escuchado tus palabras, sí atiendo a tus plegarias, aquí estoy, con los brazos abiertos para recibirte en un abrazo, como el padre al hijo. Ven, recuéstate en mi regazo.”

La voz varonil hizo una pausa para que espiritualmente se pudiera realizar la acción recomendada. Andrés lo abrazó, sus manos pudieron sentir las heridas de los latigazos en la espalda de Él.

- En este mundo hay muchos ciegos que no quieren ver. Existen muchos sordos que no quieren oír.

Las palabras eran tranquilas, en ellas no había ningún signo de rencor, solamente la comprensión amorosa.

- No te dejes vencer, sigue adelante haciendo el bien, aunque parezca poco, aunque no lo creas, eso te está santificando.

- Pero siento que no puedo más, a pesar de mis esfuerzos nadie me hace caso. Hago el bien y recibo el mal. Hablo y no me escuchan. ¡Estoy solo!

- ¿Te acuerdas del profeta Elías?, él también se sentía derrotado, por eso se sentó debajo de una retama y se deseó la muerte, pero al igual que a él, yo te voy a dar mi fuerza. Cuando menos lo esperes siempre voy a poner a otra persona a tu lado, siempre vas a tener a alguien junto a ti, tus hijos, tu esposa, amigos, para que te apoyen, aunque no siempre sea como lo esperes.

“No te canses de proponer cosas que ayuden a tu gente, no te canses de hablar, recuerda cómo Isaías y Juan el Bautista dijeron: «Una voz clama en el desierto, enderecen sus caminos», fue la voz de ellos, fue la voz mía cuando estuve en la tierra. Muchos creyeron, se arrepintieron y enderezaron sus caminos. Es tu voz que habrá de dar frutos en tu tierra, pero mantén la calma, vamos, te he visto cuando explotas por la frustración que te genera la obcecación de quienes se obstinan en mantener la contraria para no permitir que se hagan las cosas aunque sean buenas, solamente por el afán de demostrar el poder que tienen, haz el esfuerzo para no desesperarte, de lo contrario te puedes convertir en un viejillo renegado

- Es más -agregó el hombre atribulado- por defender el interés público buscando la justicia humana, la calumnia del hombre falso me difama por todos los medios y las redes sociales acusándome de delitos que jamás he cometido. «Hazme justicia, oh Dios, y mi causa defiende contra esta gente sin amor; del hombre falso y fraudulento líbrame» -recitó los versos del salmo-. Han enlodado mi nombre como si fuera el peor de los criminales para eludir la acción de la justicia haciéndose las víctimas del delito que ellos cometieron ante la opinión pública, y lo que esos defraudadores publicaron en internet, otros falsos periodistas de investigación en su insidia y su afán de notoriedad, lo sacan a la luz pública cuando se les antoja, haciéndolo pasar como si fuera una verdad.

- Los necios son quienes creen cuanto se publica con visos de verosimilitud en internet. A ellos nunca les vas a dar gusto, cambian de manera constante como la dirección del viento. Hoy creen a pie juntillas una cosa y mañana la contraria. Vanidad de vanidades la vanagloria que se busca en la fama pública, no te preocupes por ella. Quienes realmente te conocen saben que en ti no hay doblez, pues han visto que buscas la congruencia entre tus principios y tu actuar, a la vez que comprenden y te ayudan a corregir los errores que cometes como cualquier humano.

El silencio se volvió a hacer en su alma, un silencio reconfortante, como el que imperaba al interior del templo, con esa actitud divina de escuchar con paciencia, sabiduría y amor.

Fernando Fiestas, socio de Verbo Azul

Verbo Azul trae en esta tarde lluviosa de noviembre un poema de uno de nuestros más versátiles compañeros. Nada le es ajeno, la Poesía, la Pintura, la Filosofía, la Pedagogía son labores en las que este “Leonardo del siglo XXI" se mueve como pez en el agua, junto con algunas otras que no detallo por no ser demasiado prolijo.

Estoy hablando de Fernando Fiestas García, del que añado algunas notas bibliográficas tomadas un artículo sobre su reconocimiento como Miembro de Honor de la UNEE.

Fernando Fiestas García (Melilla, 1962). Es doctor en Bellas Artes, especialidad de Pintura, por la Universidad Complutense de Madrid, y desarrolla su actividad creadora como poeta y pintor. En el ámbito literario ha publicado varios poemarios, y colaborado en publicaciones antológicas de colectivos literarios, algunos de ellos de Madrid, donde reside.

Está en posesión del Premio Soledad Escassi, del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2014), y fue finalista en el I Certamen “Casco Histórico de Toledo (Toledo, 2012). Es miembro directivo y asesor artístico del grupo literario “Verbo Azul”, donde participa activamente en sus actividades y publicaciones, y pertenece a la Unión Nacional de Escritores de España, colaborando igualmente en los actos desarrollados por su Delegación Regional en Madrid. Entre sus participaciones en publicaciones internacionales destaca la del III Encuentro Hispanomarroquí de Poesía (Tetuán, Marruecos 2.013).

Como pintor ha expuesto su obra tanto en Madrid como en otras capitales españolas y Portugal. Junto a otros artistas plásticos españoles ha expuesto igualmente, además de en España, en Bélgica, Luxemburgo, Austria y Bulgaria, entre otros países europeos. Su obra pictórica ha sido reconocida con el Premio Ciudad de Lanjarón (1989, Granada) y el segundo premio del C.A.M.F. (1993, Madrid).

Regalamos a los visitantes este hermosísimo poema de su libro “El temblor común” y en la parte gráfica algunas de sus pinturas y dibujos:


Y mirar pertenece
a la circunscripción de cualquier preferencia,
tomamos los modelos
que nos recuerden a algo fuera de nuestro alcance.

De la luna dependen los tonos de la noche;
si es llena, los murmullos armonizan
entre sapos y grillos;
si es un cuerno de plata,
millares de devotos la veneran
arrodillados;
si está partida, voces riendo quiebran
la quietud de las calles;
si es nueva, cada casa
duerme bajo su propia luna.

En el alba los ruidos dimensionan
a los objetos mientras sus siluetas
abarcan lo inmanente;
es cuando todos tratan de dar forma
a lo bello ante el sol.

Durante la mañana
la mente ya galopa
con ideas trepando sin concierto,
son las horas de las medias palabras
en plenos escenarios.

Al mediodía los sentidos
se renuncian despaciamente,
sus mitades se enlazan entre sílabas
con musicalidad,
lo intacto se desluce
y las sombras se niegan.

Y en la tarde madura
como manzana a punto
de caer del pensil,
ya se piensa en las tareas pendientes;

y la llaman declive,
cuando nace otra nueva noche, nueva vida.

De “En el temblor común”

Eva Barro, socia de Verbo Azul

Esta semana volvemos a la narración, y yo apuntaría que a la narración con mayúsculas. Esta semana nos deja una perla de su obra una de las mejores y más premiadas narradoras del actual panorama, y que tenemos la gran suerte de que pertenezca a Verbo Azul. Sus narraciones no sólo son de una calidad incuestionable, prueba de ello es que es una de las autoras más premiadas, sino que, a su vez, están imbuidas de un finísimo sentido del humor o, en su caso, de una extraordinaria punción trágica.

Estamos hablando de EVA BARRO a la que conocimos hace ya unos cuantos años una bendita tarde en Quintanar del Rey, en Cuenca.

Nació en Sotrondio – San Martín del Rey Aurelio (Asturias). Licenciada en Ciencias Químicas, por la Universidad de Oviedo, trabaja como profesora de Matemáticas y Química en Bachiller, y fue profesora asociada la Universidad Complutense de Madrid.

Siempre escribió, de forma privada, como una necesidad vital, de hecho, el primero de sus premios lo ganó en la Librería Sol, de su pueblo siendo todavía colegiala. En el año 2000, animada por algunos compañeros de claustro, se presentó a un concurso para profesores en el que resultó ganadora y desde entonces no ha dejado de recoger galardones por toda España, siempre en la modalidad de prosa, relato corto y novela, en las que conjuga sus dos pasiones, la enseñanza y la literatura.


Leamos y disfrutemos con la narración que nos propone:

El problema de Chus

- Pues ya ve usté, Don Alejo, que tengo un problema y de los gordos.
- Venga, hombre, no será para tanto.
- Ya le digo. Ni el cura, D. Alejo, ni el cura supo darme respuesta.
- Así que has hablado con D. José...
- Hablar, hablar... yo sí, lo que él me dejó. Pero nada.
- Es que D. José anda siempre tan liado...
- ¡Qué va! Aparte de las dos misas, algún funeral y la partida donde Carolo, no le veo yo otro empleo. A no ser que se refiera usté a lo otro...
- ¿Qué otro, Chus?
- Hombre... ¡qué va a ser! ... lo de las siestas...
- Mira que sois... ¡quién te habrá metido en la cabeza tal infamia!
- Yo me callo, pero anda en todas las bocas lo de la Fina y el cura.
- Esa taberna del Carolo es la antesala del infierno... hay que ver... y hay que oír... ¡pobre D. José!
- No me hable del infierno, D. Alejo, que menudo problema tengo yo allí.

D. Alejo, el boticario, interrumpe su labor de colocar cajitas de colores en los estantes. También deja de apuntar en unas hojas grandes los nombres de los medicamentos, y aún con la pluma en la mano, se encara con el viejo y le presta su atención por encima de las gafas. Chus arruga la boina raída entre sus garfios deformados por la artrosis, apoya su menuda figura con el codo sobre el mostrador de madera para que la pierna izquierda no le duela demasiado y manteniendo baja la cabeza, un poco por la encorvadura de la espalda y otro poco por el respeto, levanta las cejas para elevar la vista, de reojo, hasta la calva de D. Alejo, de quien espera una solución al dilema que le interrumpe el sueño desde hace dos semanas.

- ¡No me digas!
- Ya ve. Que después de toda una vida trabajando, ahora resulta que no puede uno ni morirse.
- ¡Vaya! Esa sí que es buena... Pues no te mueras, hombre, que eso es lo último que se hace y no parece que tenga demasiado futuro.
- Bueno, si usté también va a reírse...
- Dios me libre... nada hay tan cierto como la muerte. Por eso es odiosa, la maldita.
- Aquí hace un frío del carajo.
- Ya, es que el Antoñito está con gripe y como él es el que entiende la caldera...
- El Antoñito... ¡qué sabrá él! Si usté me deja...
- ¿Encender la calefacción?
- ¡Claro! No hubo mejor fogonero en todo el valle... ni en el extranjero... y aunque los huesos van torpes... todavía...
- Pero no te manches que tu hermana después...
- ¡Bah! A ver... la antracita, las astillas, los troncos... un periódico viejo, D. Alejo. No hacen falta cerillas, llevo yo el mechero.

El pequeño anciano revive. Su aturdimiento se despeja, como nubes de verano, ante la imagen del buen fuego que va a crear y se cuela sin dilación atravesando la rebotica, con los ojillos brillantes. Toma posesión de recinto con la seguridad del mejor profesional, que lo fue, y calándose la boina abre las compuertas férreas del artilugio que ha de calentar los locales de la farmacia y la vivienda que está encima, en el primer piso. Los radiadores, pintados de purpurina plateada, se estremecen ante la perspectiva de que el agua caliente recorra sus entrañas en la fría víspera de Nochebuena. El boticario sonríe bonachón, y complacido ante la circunstancia de calentarse, a la que había renunciado cuando le avisaron de la fiebre del mancebo, porque él siempre ha sido incapaz de sacarle nada a aquel armatroste, a lo sumo, conseguía mantenerla viva alimentándola de vez en cuando con paletadas de carbón y algún leño seco.

- Hombre, D. Alejo, si está llena de ceniza...
- ¿Y qué?
- Pues que hay que limpiarla, hombre... tiene costeros hasta el recodo... pobre caldera... no, si todavía pretenderá que prenda y todo... ¡qué barbaridad! Ande, tráigame el cubo de la ceniza.

Chus se transforma. Ya no es el temeroso y diminuto cuerpecillo arrugado que vino a pedir consejo a uno de los sabios del pueblo. Ante su altar particular, arrodillado, oficia con esmero: la escarbadora, el rastrillo, las dos paletas... procura no levantar demasiado polvo; cuando es necesario emplea las manos, hasta llegar al codo en el que se ha quedado incrustado un carbón a medio quemar, para recoger lo que olvida la paleta, para acariciar el armazón que pronto contendrá las llamas sagradas. El hollín le tizna un poco la frente y la nariz.

D. Alejo escucha sus resoplidos de esfuerzo y satisfacción mientras atiende las recetas de un parroquiano que no se entretiene más de lo necesario arrebujado en el grueso chaquetón. Tras la profunda limpieza, Chus deposita, cuidadoso, dos hojas de papel un poco arrugado, las rodea con astillas secas, restos de cajones de fruta, arrima la llamita de su Zippo. Coloca con precisión dos leños no muy grandes. Espera. Otros dos un poco mayores. Espera, recreándose. Prepara la boca superior de la caldera con mimo, le introduce las paletadas de antracita como cucharaditas de papilla a un tierno infante. Ya hay brasas sólidamente asentadas. Más antracita. Consulta el barómetro, el termómetro, palpa los radiadores, los tubos que los alimentan. Contempla su creación con orgullo y espera la complacencia de D. Alejo.

- Claro está que fuiste el mejor, Chus. Pena de jubilación. Pasa por aquí, que puedas lavarte un poco. No sabes el favor que me has hecho, hombre.

- De nada, D. Alejo. Ya ve, para mi, una gloria.
- Bueno, cuéntame ahora eso que te trajo por aquí.
- ¡Ay! Eso va a tener mal arreglo. El cura no supo darme solución. Pero usté es de otra pasta. Que siempre me ha tratado bien, digo, no como los otros.
- Sí, hombre, sí. Cuenta. Verás que encontramos camino, tú tranquilo.
- El caso es que viene de antiguo pero que se complicó el domingo pasado. Y la culpa es de Lorenzo el Gato.
- ¡Qué Lorenzo, si le enterramos hace quince días!
- Pues eso. Que me ha escrito.
- ¡Venga ya! ¡No me toques l...! ¡Por Dios, Chus!
- Ya sé que soy un poco así... bueno... del todo tonto no, que siempre me gané la vida, y ya lo vio usted, el mejor fogonero de la cuenca. Y a fuerza de pescozones Dª Pura la maestra me enseñó a leer. Lo de las cuentas ya no, pero los números sí, para los aparatos bien que los necesité.
- Lo que tú eres, es más bueno que el pan, Chus, y si no fuiste una lumbrera, pues eso que has ganado, que a veces, tanto pesquis no trae más que complicaciones.
- Eso digo yo. ¿Ve como con usté es otra cosa?
- Venga, explícate sin rodeos. ¡Que te escribió El Gato! ¡Pobre Lorencín! ¡Que Dios le tenga en su seno!
- ¡Qué va! Se ha ido al infierno, D. Alejo. Y el caso es que no parecía mal bicho el Loren, pero quién sabe lo que hay allá...
- Al infierno ¿eh? Vamos, hombre...
- El caso es que me manda una carta... sin sellos, que allá no se usarán, vaya usté a saber, y el caso es que... bueno... es que..

El boticario observa el rostro del inocente viejo, descarnado y enrojecido, con sumo interés, entre preocupado y divertido, incrédulo, dejando que su ánimo oscile entre la estupefacción y la piedad.

- Pues eso, que se les ha roto uno de los hornos principales y que él, que ya lo sabe usté, que es un charlatán, pues que les habló de mí y que me están esperando.
- ¡Virgen Santísima, qué barbaridad!
- Pero lo peor no es eso. Por mi, encantado de ir a solucionarlo y que dice el Lorenzo que tampoco se está tan mal allí. Pero no puedo.
- Naturalmente. No vas a morirte para darles gusto... vamos que... ¡oye, ni se te ocurra...! Será posible...
- Tampoco es eso. Es que a lo mejor usté no lo sabe. Usté se acordará de Manolita...
- La hija del Morros... sí hombre... no te habrá escrito también.
- ¡Qué va! ¡Ya me hubiera gustado! Pero ella era así, ya sabe... no pudo ni ir a la escuela. Pero lo que dice usté, que no era una lumbrera ... y guapa, guapa, pues no sé... pero a mí... eso... que yo la quiero así.
- ¿Estabas enamorado de Manolita, Chus?
- ¡Y lo estoy! ¡Qué pasa! El Morros me tiraba piedras si me acercaba a su casa, ni a la huerta me dejaba... ¡pero un día hablé con ella!
- ¡Ah!
- Hicimos un trato. Porque ella me quiere también, que me lo dijo aquel día. Y como aquí no nos dejaron, hicimos el trato.
- Un trato...
- Claro. El que primero se muriera, en vez de irse para allá, esperaría al otro a las puertas.
- A las puertas...
- A las puertas del Cielo, hombre. Porque ella sí que fue buena. Mi Manolita va al Cielo seguro. Y yo siempre quise serlo, creo que también. Y si ella me está esperando, que allí nadie va a estorbarnos, pues... ¡a ver cómo voy a ir al infierno yo, aunque sea para arreglar un horno importante!
- ¡Virgen Santísima de Covadonga!
- ¿Ve, cómo tengo un problema de los gordos?
- Desde luego. De los gordos.

D. Alejo sigue navegando entre la ternura y la risa. No se le ocurre respuesta, porque le desconcierta el cariz de la exagerada angustia del pobre niño-anciano. Mientras oscila su cabeza, como meditando mucho sobre la peregrina historia, Chus hurga en el bolsillo trasero del holgado pantalón, saca un sobre sobado y abierto a trompicones, extrae de él, con cierta dificultad la hoja de papel culpable del embrollo y se la ofrece al boticario, quién colocándose las gafas reconoce al punto la angulosa e inculta letra de Carolo el tabernero.

- Bueno, bueno, bueno... pues sí que tenemos un problema. Habrá que pensarlo, amigo, con estas cosas no se juega.
- ¿Verdá, D. Alejo? Ya me lo parecía a mí. Pues lo que usté diga.
- ¿Se lo has contado a alguien, Chus?
- A usté y al cura. Pero él me dijo que todo esto son majaderías y se acabó.
- Bien, verás. Lo cierto es que Lorenzo el Gato se fue dejándome unas cuantas cosas sin pagar... y ya que él se tomó la molestia de escribir, pues estoy pensando que tú me dejas la carta esa y le contesto yo. Te disculpo, no te preocupes, ya se me ocurrirá algo, y le recuerdo lo que me debe. Pero claro, a cambio tú tendrás que ganarte un poco más el Cielo...
- Hombre, yo...
- Mira que Manolita espera, y si ve que te sigues emborrachando...
- ¡Bah! Unos vasitos de nada algunos días... y que me invitan casi siempre...
- Ya, qué me vas a contar... como si lo viera... Pues quedamos en eso, si tú no vuelves por casa de Carolo, de lo otro me encargo yo.
- Bueno... ya veremos... ¿Y que le va a contar al Loren?
- Ya se me ocurrirá algo, ya sabes que yo...
- Ya, ya, que para eso está usté estudiao. Entonces ¿no me preocupo?
- Eso es. Pero yo cumplo si tú cumples: no se lo cuentes a nadie y se acabó el vino.
- Contarlo, descuide usté. Estaría bueno, para que no se lo crean y se rían más de mí. Lo otro...
- Anda... ve tranquilo. Gracias por encenderme la estufa. ¡Ah! Esta tarde nos pasamos D. José y yo por la taberna, que vamos a felicitarle las Pascuas al Carolo. ¡Que no te pille allí!
- Descuide... Oiga D.Alejo...
- ¿Qué?
- Que felices fiestas...

D. Alejo sonríe, comprensivo, y espera a que Chus desaparezca calle abajo para darle libertad a una lágrima que rueda anunciando otra Navidad.

PRIMER PREMIO EN EL CERTAMEN DE CUENTO CORTO DE LAGUNA DE DUERO (Octubre 2005)

Mayte González Gallego, socia de Verbo Azul

Con la lluvia recién llegada, nos viene también la voz de una poeta de Verbo Azul joven y tremendamente vitalista y luchadora. Recientemente ha sido Pregonera de las Fiestas de Madridejos, su pueblo, lugar en donde se derrama en una de las labores más hermosas que hacerse puedan, la enseñanza.

Un cruce de caminos nos dio la oportunidad de conocerla y de que nos conociera, desde entonces está y estamos todos felices de que pidiera ser acogida bajo las, a ratos, ajadas ramas, que ella ha ayudado a reverdecer. Estoy hablando de Mayte González, autora de un valiente libro que es un grito en favor de la liberación de la mujer sojuzgada. Su libro “Versos terapéuticos para mujeres que no se aman”, editado por Ledoira, está siendo un referente en toda Castilla la Mancha.

Según ella misma se define: “Mis profundas ilusiones fueron siempre enseñar a los niños y escribir poesía. Desde mi infancia pienso y veo el mundo en clave poética sin poder evitarlo. Escribo desde siempre aunque mi timidez no me ha permitido compartir hasta ahora mis versos.”

Vayan aquí dos pequeños poemas suyos como muestra:


LIBRES

Siempre me he preguntado la razón
por la que el hombre devora al hombre
que intenta abrirle sus jaulas.

Nunca entendí que fuera tan grande el delito
de no tener miedo a traspasar los límites establecidos
siguiendo la brújula del corazón.

¿Por qué darán tanto miedo
los hombres y las mujeres libres?
¡Qué tinieblas se atreverán a iluminar con su luz!

Si no hay necesidad más básica que la libertad...
por qué la soga, el fuego, la metralla o la cruz.


MUJER

Mantén la frente alta, más cuanto más fuerte sea el viento.
Urgente le es al mundo tu valor y tu ternura.
Jamás te rindas: lucha, vuela.
Eres esperanza, vida que renace cada día.
Recuerda, con orgullo que fuiste creada MUJER.

Gloria Nistal Rosique, socia de Verbo Azul

Siguiendo nuestra costumbre semanal de dar a la luz algo sobre la vida y la obra de algunos de los integrantes de Verbo Azul, esta semana va a ocupar nuestro muro una mujer multifacética e incansable, GLORIA NISTAL ROSIQUE de la que damos un pequeño apunte de su enorme vitalidad.

Gloria Nistal Rosique, Licenciada en Filosofía y Letras. Ha sido profesora y conferenciante en diferentes universidades africanas, americanas y europeas. Autora de diversos artículos sobre la lengua y la literatura africana en español publicados en Oráfrica, Atanga, Hispanitas, Afroeuropa, Iberoromania y El árbol del Centro (de la que fue directora.). Es vocal de la Junta de la Asociación de Africanistas Españoles y del PEN club de España.

Ha publicado numerosos ensayos, libros de relatos y de viajes y recibido a su vez premios por sus poemarios también en diversas ocasiones. Trafucida al inglés, al árabe y al polaco. Ha recibido varios premios de fotografía. Ha publicado fotografías en periódicos, revistas, libros y webs (además de en Facebook). Ha sido miembro de tribunal en varios premios de fotografía y prologado catálogos fotográficos. Viajera inquieta y constante, ha vivido en América, África y Europa y visitado cerca de noventa países.

Para Verbo Azul es un honor tenerla entre nosotros como asociada y colaboradora desinteresada. Incluimos algunas de sus fotos y un hermoso poema de su autoría.



Todo esfuerzo tiene su recompensa
Eso es mentira,
Una gran mentira.
Cualquier sentencia
Que empieza por todo
Es mentira.

Quizá en física
Pueda rozar remotamente
La verdad.
En metafísica es mentira,
No existe el todo,
Aunque a veces exista
La nada
Y en ocasiones yo haya paseado
Hombro con hombro con ella a mi lado.

Todo, nada…
Absolutismos enfermizos,
Que denotan complejos sin curar,
Grandilocuencia
De la que sigo abominando.

Yo estoy más bien con Monty Python:
Nada del otro mundo,
Ser amable con la gente,
No comer grasas,
Leer un libro de vez en cuando,
Paz…

Celia Bautista, socia de Verbo Azul


Siguiendo con la labor de ir presentado a los escritores y escritoras de Verbo Azul en este medio para dar constancia de su labor literaria y de su pertenencia a esta Asociación, hoy vamos a dar a la luz un poema de Celia Bautista, con la que tanto queremos desde aquí y desde otros diversos foros.

Intentaremos dar unas pinceladas de su persona y labor desde su propia confesión:

“Nací en Riotinto en 1953. Mis primeros años están marcados por sensaciones de olores, colores y ruidos de la mina, ese ruido ensordecedor de los barrenos. Por entonces se pasaban las tardes de invierno en torno a la mesa camilla al calorcito del brasero al que se le echaba alhucema para dar aroma al ambiente. Y al calor de los relatos con los que los abuelos amenizaban aquellas tardes.

Estudié en Sevilla y me licencié en Filosofía y Letras. Y al terminar pasé un año en Francia en Dijon, como lectora de Español.

Por mi profesión, he tenido la oportunidad de conocer la obra de los autores clásicos que la Historia de la Literatura ha consagrado. Lo que escribo es un reciclaje de lo aprendido en ellos y de todo lo que la vida ha tenido a bien regalarme.

Me mueve escribir sobre el paso del tiempo, no sólo de un modo conceptual, sino también desde el punto de vista de una mujer de mi edad que ve lo que el tiempo ha hecho de ella y lo que ella ha hecho en el tiempo. Asimismo me provoca la desigualdad social. La situación de la infancia en el tercer mundo. Y el silencio. Un silencio, que tiene las claves de lo que vale la pena.

De momento sólo escribo poesía. Casi siempre en verso blanco, aunque tengo también poemas en romances, coplas, soleares y algún que otro haikú”.

Tiene varios poemarios publicados y colaboraciones en diferentes medios.


Lejos de mí,
quedaron las palabras
que un día perfilaran
paisajes interiores.

Lejos de mí.
Tan lejos,
que no encuentro emoción
que llevarme a los labios
ni un pensamiento propio
para lanzar al viento con la onda
de algún nuevo poema.

Las diviso,
algo inanes,
allá en el horizonte que la bruma
se encarga de ocultar.

Solo extiendo la mano.

Por si alguna
quisiera acariciarme con su aliento.