El pasado 14 de noviembre, para abrigarnos de un viento que rugía cual las fieras que antaño ocupaban el lugar, nos refugiamos en la Biblioteca Municipal Madrileña Eugenio Trías, en el campo abierto del Retiro. Allí, en su Sala Polivalente, se celebraba el nacimiento de un libro con toda la liturgia que tan sagrado acto lleva consigo. Oficiaban en el natalicio, Pablo Méndez, como editor, Santiago Redondo Vega como padre de la criatura y Cristina Migallón como sacerdotisa y comadrona. Allí, a pesar de la endemoniada tarde, Verbo Azul, junto con familiares y amigos de los componentes de la mesa, ayudaron con su escucha atenta y comprometida a sacar a la luz “Mecánica de Fluidos”. Un libro que merece la pena de tener en cuenta, y que nada tiene que ver con las irrevocables leyes de la física, sino que es una ventana abierta a la libertad de la palabra, del verso y del poema.
Tras unas breves palabras del editor, Cristina, muy en su papel profesoral, nos hizo un detallado y hermoso acercamiento al poemario y a su autor, y que demostró, sin lugar a dudas, que había buceado muy profundamente en el proceloso mar del libro que presentaba. Después, tomó la palabra el poeta, que, tras los agradecimientos pertinentes, nos deleitó con una pausada y vívida lectura de parte de su obra. Pocas veces se conjuga la hechura del poema con el buen decir del poeta. Ésta fue una de ellas. Y el viento se quedó en suspenso y la palabra nos fue sucediendo-seduciendo y Poesía mostró su radiante rostro.
Más tarde, se celebró la comunión del vino, como suele gozosamente ocurrir en tan señalados actos, y la noche se hizo pequeña, y Saiz de Baranda, chunda, chunda, vivió la alegría y la risa de los letraheridos y la compaña. Y fue costoso despedirse, y en el viento quedaron fechas para algún nuevo encuentro.
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