Ni todas las tardes son iguales, ni todos los navíos lo son. Pero ésta del veintinueve de abril olía a mar, a encaje de versos, a olas rompiéndose en las voces, en los poemas de Cristina Cocca y Alfredo Piquer, en un inicio de travesía desde la Casa de Castilla la Mancha hasta el faro de Itaca, en la que el rumor de sus poemas inundaba el espacio de los que allí nos encontrábamos -muchos ciertamente- tripulando y descargando de la bodega de su buen hacer poético ritmos suaves y recios que nos atraían hacía un silencio (como diría Cristina heredado de la luz) que nos arrastraba hasta esa madre tan ausente y tan presente a la vez en su corazón.
Un tándem sonando desde todos los balcones, cernido de rapaces. Fue una tarde de sol y océano la suya y nosotros, todos, la disfrutamos.
Hortensia Higuero
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